ACOMÓDATE

Llevaba mucho tiempo sin sacarme de las entrañas las palabras y es verdad que me han costado mucho, porque yo no sé hacer bienvenidas, ni despedidas. Pero la cosa no es ponernos cursi, espero que disfrutes el fascinante mundo de este Sexy y Barrigón. (Si no disimula.)







lunes, 20 de agosto de 2012

Mi economía emergente.


Me desperté sintiéndome distinto, cómo que dejaba de ser lo que era para comenzar a ser un tipo de mayor edad. 

No sé porqué esos despertares en sábado me saben a soledad multiplicada por cien en un altoparlante. 

Me molestaba todo. Mis vicios, mis ideas, mi casa, mis sueños, mi aliento, mis adiciones, mi pasado, el presente y el futuro que nunca llega. Y cuando se le ocurre llegar nunca se presenta como lo imaginaste. Por eso odio el futuro y he decidido morirme en el presente.

 Me desperté odiándome y no tiene nada de malo odiarse en el tiempo que tarda el agua de la ducha en calentarse., para después ya un poco más despejadito iniciar con el deber de amarse a uno mismo, aún cuando no se tienen buenas razones para hacerlo.

 Qué se hace un sábado cuando no tienes parientes amorosos que visitar, cuando los amigos se están apartando de tu vida por el amor.

 Siempre lo he dicho, el amor es la mejor manera de terminar la amistad. Los buenos amigos enamorados dejan de visitar, dejan de hablar, dejan de interesarse en las actividades amistosas y todo bien, da gusto saber que están en ese estado catastrófico del estar enamorado. Aunque tengas noticias de ellos una vez al año.

Pero así es la vida y uno tiene que aprender que el onceavo mandamiento es no estorbar. Si el amigo está feliz en su dulce martirio del sudor compartido, quién es uno para reclamar tributos de tiempo.

 La amistad es más duradera que el amor, uno puede dejar de hablar años con un amigo, puedes dejar de felicitarlo en su cumpleaños y al final la amistad perdura. Pero el amor, ¡hay¡ eso es otra cosa, quién aguanta que su enamorada o enamorado no se comunique al menos una vez al día. De los cumpleaños y fechas importantes ni hablar, un descuido en estos detalles y te ponen las maletas en la calle. 

Como fuera la situación de este mi exilio voluntario, tenía que comprar en el mercado de pulgas una campana, ya que Felipelandia no tiene manera de anunciar que tengo vistas esperando ser recibidas a la puerta.  Al no ser por los ladridos de cariño que dan la manda de perros que tengo como porteros en mis hectáreas de la colonia Roma. No hay manera de saber si tengo visitas.

 El sonido de una gorda campana siempre me será más romántico que los timbres modernos, me remontan a los tiempos de la infancia en donde el pequeño niño que fui tocaba la campana de casa de los abuelos.  Anunciando que llegaba la pesadilla de la Guadalupe su nieto Felipillo. Razón de más para comprar una campana. 

Y ahí voy camine y caminé esquivando un mar de autos con choferes mal humorados, reparto mentadas de madres y disculpas, porqué en esta ciudad ser peatón es una molestia y como molesta también que te avienten su auto pagado a mil mensualidades. 

Y la Chavelita, mi linda doberman azteca no facilita los paseos sabatinos, tiene que caminar con su nariz pegada al suelo para oler el más mínimo rastro de otro can, para perseguirlo y olerle el trasero. Además justo esta en brama o en celo o cachonda según el uso de su lenguaje. Y todos los perros de por ahí la seguían intentando seducirla, lo cual me llenó de orgullo porque todos los machos querían un poco de buena atención de mi perra sin raza. Y yo cepillándolos a diestra y siniestra.

¿Cuánto vale una campana usada?. Según lo que quieras pagar. Bueno tienes un presupuesto de dos cientos pesos, no más no menos. Estaba haciendo los diálogos con uno mismo, mientras la hacía de domador de perros calenturientos. 

  Pero pasé por un mercadito de frutas y verduras y al ver nos elotes no aguante la tentación y compré cincuenta pesos en elotes y cincuenta pesos en cabron. Al puesto siguiente encontré un puesto de barbacoa o birria. Ahí si gané y no gasté nada aun con hambre, pues la cabeza despellejada del chivito o del filulais perdido, me causo una repulsión.

Pero tres puestos después encontré un viejito que vendía plantas y ahí fue donde una mata de chiles se me pegó y otros veinticinco pesos salieron de mi sangrada cartería. 

Ahora no solo era domador de perros calenturientos, sino que también un menonita Serpa y vamos de retorno para dejar la compra al departamento, para salir inmediatamente después a comprar la dichosa campana. Por cuestiones económicas me alejé lo más que puede del marcadito de legumbres, y llegué al destino la famosa calle de Álvaro Obregón. 

Ahí encontré más galanes de mi perra, y una señorita que a mal juzgar por sus ropas pertenecía a la cada más mas reducida clase media alta, que llevaba a su perro de criadero con chip integrado, mi perra como es bien sociable le hiso su famosa carita de dame una caricia y después un hueso. Y aquella niña de Polanco sucumbió a los encantos perrunos. 

La madre de la chica me preguntó la raza de mi perra. A mis adentros quería decirle: “Mire señora ve estos huaraches de llanta, ve usted estos pantalones rotos, ve usted mi greña alborota. ¿Apoco? cree que soy de los que compran perros. ¡que va¡ me la regalaron unos amantes de los animales que buscan locos como yo para enjaretar perros callejeros. Y quién regala perros finos.” Pero un: “No sé me la regalaron” fue suficiente. 

Hay estoy en medio de puestos con una cantidad incalculable de chucherías y yo que soy fácil de compra me encontré una esfinge de Frida con los pechos de latón saltones. “Esa figura se vería poca madre en mi baño” y pumbale otros doscientos cincuenta pesos fuera de mi cartera. 

Para el momento que encontré la campana mi economía estaba ya emergente. Como dicen los ricos para no tener que decir la palabra jodido. 

Y nada a retornar a la casa, pensando en qué momento de mi sábado la necesidad de campana terminó en un kilo de elotes, un kilo de carbón, una planta de chiles, unas papitas fritas….

 Maldita sea la administración de los pocos pesos que me caen no es lo mío. 

 Como sea ahí está mi perra que los recibe con sus ladridos, para cuando tengan algo bueno que platicar en casa.

3 comentarios:

  1. Elvira Db ‎"dulce martirio del sudor compartido" - das süße Martyrium des geteilten Schweißes - en aleman suena un poco raro :-)

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  2. Carlos Enrigue Está de poca madre el nuevo mandamiento.
    Amaos los unos a los otros está muy difícil, a lo mejor bajando el baremo a un simple "no estorbe" la gente lo va a cumplir mejor.

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  3. Tathiana Rivero JAJAJAJAJ NOOOOOO ESTORBE DEFINITIVAMENTE EL ONCEAVO MANDAMIENTO! PERO NETA COMO PASA EL TIEMPO Y CAMBIA LA GENTE! .. EN FIN GALLITO TU AMIGA YOOO SIEMPREEE VOY A SER TE ADORO!

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