El patrimonio sentimental, es uno
de los recursos más complicado de administrar. Se invierte mucho tiempo y
dinero en mantener relaciones interpersonales que no siempre terminan por ser
una buena inversión. Somos animales muy sociables dependemos en sí de los demás
como lo demás dependen de nosotros, por más que les suene romántico el papel
del ermitaño es imposible llevarlo a buenos términos en esta gran obra de teatro
que se llama la vida.
El ermitaño termina por perder la cabeza en la
contemplación de su propia vida sin saber que la mera contemplación no hace
cambios significativos en su existencia.
Mejor no adentrarse en dar afecto pues
seguramente no recibiremos la misma dosis que damos, Es una postura un tanto
valida que llevaría a tener una vida tranquila pero aburrida de cojones.
Así somos los humanos damos
afecto siempre en espera de recibir algo parecido. Cuando no tenemos lo que
buscamos entra nuestro querido Ego o la falta de autoestima para venir a darle
sazón al caldo de las relaciones humanas y en la mayoría de los casos creamos
en los demás el efecto cuentas pendientes por cobrar.
Alguien tiene que pagar el sentimiento de
rechazo que alguien genero en nosotros, somos animales que aprendemos por
contemplación y repetición, si nuestros padres o tutores tenían una cuenta
pendiente lo más seguro es que nos la endosen y seguiremos en el circulo
vicioso de encontrar la quijada de burro para matar a nuestro semejante.
Salir de este comportamiento requiere mucho
blanquillos y dejar colgado en el perchero de la casa nuestro ego, trabajar la
autoestima para tenerla a un nivel moderado. Tampoco es bueno quererse mucho porque se
pierde la empatía. Entregar todo el afecto que se pueda sin esperar nada a
cambio, pero nada. Dar todo lo que se pueda sabiendo que el afecto es como los
libros y los discos, no se prestan porque nunca regresan o nunca regresan igual,
por lo tanto hay que regalar. Gastar la vida planeando venganzas es una buena
manera de pasar el poco tiempo de vida a lo estúpido y a lo loco. Olvida las afrentas pero olvídalas bien.
Seguro en unos años aquello que te ofendió dejara de ser parte de tus
recuerdos.
Y por
qué estoy dando recetas de vida. Si nunca me han gustado que me las den, en fin
hay dejó las ideas usted tome lo que le pegue su digna gana.
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