Es una ley no escrita, pero
cierta. Cuando presumes algo o a alguien siempre quedas mal.
Ayer en
Felipelandia se celebró una pequeña tertulia para presumir el mural que adorna
una de las paredes. Al igual que mi pequeña barra hecha de botellas de cerveza.
Todo estaba bien y la plática fluida con un tsunami de Cervezas.
El problema de recibir distinguidas visitas en
mi casa, es que no tengo un lugar donde se puedan sentar, todo ahí está en
construcción. Quién sabe en qué momento decidí ser desprendió de muebles,
supongo que después de tanta mudanza que se convierten en calvarios, mi mismo decidió
ser siempre un tipo ligero de equipaje. O tal vez sea un cierto tipo de rebeldía
contra la sociedad pre juiciosa para demostrar que se necesitan bien pocas
cosas para vivir dignamente. O puede ser que tenga por fin una conciencia ecológica
donde todo lo puedes hacer a partir de los desechos de los demás. O que últimamente
me hecho un pepenador rubio. O que los
solteros contemporáneos como yo solo necesitan una cama grande, una televisión
grande, un pequeño refrigerador y estas hecho.
Cualquiera que sea la justificación el hecho
es que mis visitas siempre se tienen que improvisar una silla.
Yo me siento re orgulloso por
llevar ya la altura de mi barra más o menos a las rodillas, la técnica de construcción
es bien fácil. Tomas una chelita y cuando está terminada el embase de vidrio lo
embarras con silicón y la pegas. Se repite el procedimiento hasta ver cómo se
van apilando las botellas.
Llevó dos semanas pegando embases
y cada nivel construido era probado por mi peso, es decir caminaba encima de
las botellas para comprobar que estaba como dicen los ñero bien maciza. Me
sentía satisfecho por acomdarlas en el orden preciso, pero precisamente ayer
cuando mis distinguidos invitados improvisaban su sillita. Preguntaron si se podrían
sentar sobre mi barra. Y yo “claro miren”, lo que vieron fue como un sujeto bastante
ridículo azotaba al suelo con el culo para arriba y la cara de susto. Gracias a
la intervención de Baco mi culo de tarea de kínder (dos planas mal hechas) no
sufrió avería alguna. Si no imagínense cómo explicar en el hospital que tienes
unas tantas botellas clavadas en las sentaderas. Y así fue como mi ego de constructor se fue al
piso, ahora inicié otra vez a pegar botella tras botella, aprendiendo que hay
que ser más precisos a la hora de usar una pistola de silicón y no ser nada
presumido.
El accidente de ayer me recordó
otro presumido, un tipo que se fue al gabacho a comprarse su Kite, y claro no tenía
una idea que era eso de estar sujeto a un papalote y los pies sujetos a una
tabla, de todas formas quiso probar su
nuevo equipo en la playa. Y ahí fue
cuando el viento sopló y mi amigo fue a dar de la playa al baldío, del baldío a
la carretera y de la carretera al hospital. Explicándole
al doctor de urgencias que le habían movido el mar.
En fin querido lector a usted no
le ha pasado unas de anécdotas en donde de se pretende ser un dandi y se
termina siendo un chiste local.
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