ACOMÓDATE

Llevaba mucho tiempo sin sacarme de las entrañas las palabras y es verdad que me han costado mucho, porque yo no sé hacer bienvenidas, ni despedidas. Pero la cosa no es ponernos cursi, espero que disfrutes el fascinante mundo de este Sexy y Barrigón. (Si no disimula.)







martes, 24 de agosto de 2010

El día que descubrí mi intolerancia a los espárragos

Heme ahí, todo un dandi, camisa azul, pantalones caquis, haciendo tiempo, mientras llegaba la hora de salir por la novia.


Y mientras esperaba a que el reloj me diera la señal de salir, se me ocurrió abrir un latita de espárragos, se veían bastantes coquetos, ¡muy coquetos! Flacos, verdes, peludos, tiernos y acompañados de una mostaza de las alemanias, hacían una fiesta en mis papilas gustativas.
Otra llamada. “Que, un poco más de tiempo novia”, no te apures. Y porque no otra latita de espárragos pero ahora acompañados de un jamón serrano, los espárragos se dejaron abrazar con el jamón haciendo otra fiesta en la boca de este sexy y barrigón.

Llegada de mí hermano, ¿Qué haces? Nada mi hermanito aquí comiendo espárragos pero casi no hay ¿no quieres? Porqué no otra latita y la plática y un esparrago más. Y otra pregunta y otro espárrago. El rin rin del celular interrumpe mi la relación ya muy estrecha con los espárragos. “apenas te vas a bañar novia mía, no te apures aquí hago tiempo”.

Y claro esta otra latita de espárragos mientras López Dóriga anunciaba que no han encontrado al Bin Laden, y entre el conteo de los muertos, yo comía y comía espárragos.

En fin, tomo mi automotor, y vámonos a comer kilómetros, pero en el inter descubrí que los caminos románticos a Tlajomulco pueden ser bien acompañados con otra latita de espárragos, un alto un espárrago, un camión en frente un esparrago, un peatón un esparrago más. Por fin llegó a la casa de la novia, linda como siempre, me recibe con la ternura clásica de una mujer compresiva y amorosa. “¿porqué te tardaste tanto?”, “mira tienes un esparrago en la solapa” “y que mmm……”, ok ok no problema, pero novia mía quiero un poco de tu leche con chocolate esa que sólo tú sabes hacer con la receta secreta. Ella complaciente me regaló una chabela reluciente de leche con chocolate. Me lo tomé como si no existiere el mañana, un hidalgo y la chabela quedó vacía.

Emprendemos la salida del mágico pueblo de Tlajomulco, hacia la Tapatilandía, pues había un cumpleaños que festejar, pasó un kilometro y de la nada como si un demonio se metiera en mis tripas sentí un dolor en el vientre profundo, consternado, no le di mucha importancia, hasta que otro dolor de tripas, realmente fuerte, ahora si sentí que se me rompía la fuente, yo me decía esto no puede ser real, que me pasa, la señal de mi cuerpo fue bastante obvia: “Mi querido Felipón no me lo tomes a mal, sé que está tu novia a un lado, sé que hay mucho tráfico y tienes unos 30 kilómetros al baño de tu casa, pero te has metido 6 latas de espárragos y una chabela de pacho pantera, y ¡qué crees la pantera que tienes adentro la tengo que sacar de ti, cómo le veas tienes pocos minutos para ponerle solución a este problemita!”.

No llego, no llego, decía. Mi novia: “Qué dices es muy temprano, además es una reunión no importa el trafico mira qué bonito no nos movemos nada, y mira a un lado paso un perrito, mira qué bonitas se ven las luces del trafico. Yo decía no llego, no llego. Cuando de repente por obra de la caridad del santo milagro del patrono de los que necesitan un baño, veo a 10 metros una “M” amarilla linda, de seguro ahí hay baño, el problema fue que mi cuerpo me jugó una bromita, no pude más tan solo un metro de la “M”, salieron los aproximadamente 9 kilos de espárragos. Si mi querido lector a mis tiernos 23 añitos me hice popo, con el argumento que le decía a mi madre. “es que no llegue”. Los Kilómetros restantes fueron un infierno literal, yo pálido no podía decir palabra, lo bueno fue que no había olores extraños, pues los 9 kilos fueron discretos de olor. Le hablé a mi hermano, por favor ten la puerta de la casa abierta de par en par. Sin dar más detalles de lo que tenía en el pantalón. Entre a mi casa, corriendo. Escalera, y tarde pero ahí estaba en el baño.

Me di cuenta el problema que había. Cómo esconder 9 kilos de espárragos, el tiempo lo tenía muy reducido, en fin me metí a bañar cintura para abajo, los kilos salían por todos lados, escondí el pantalón los calzones, los calcetines. Y salí dandi, nadie se había dado cuenta de mi tragedia.
Cumpleaños feliz, novia romántica, chala lalaal, y yo realmente me sentí orgulloso, que aquella tragedia seria una en las que nadie se había dado cuenta.

Al día siguiente, me levanta un grito de terror: “hay popo en la escalera” yo en la madre deje mi caminito de Gretel pero de otro material, le comente a mi hermano: “que poca madre, ósea está bien que tus amigos se terminen la cava de mi papá. Pero que se hagan popo en la escalera no tiene madre”. Espere que la historia terminara así, pero no contaba con los dotes de investigador privado de mi hermanito, y descubrió el cuerpo del delito, mejor dicho el pantalón caqui verde.
De ahí en adelante en mi casa están estrictamente prohibidos los espárragos, y claro fui merecedor de mil apodos por parte de la familia Gallo Korkowski.

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