Estas palabras tan llenas de nicotina, mis ganas empapadas de alcohol, ocasionan que escuche todo con más atención, la voz que me tienta no la reconozco pero se me hace familiar, es la misma que he estado evitando hace tiempo atrás.
Ayer estaba con dos copas de más en buena compañía. Sentando en el panteón sobre una tumba sin nombre fumando un tabaquito. El mal estado dejaba ver el abandono que sufren los muertos, nuestros muertos. Personas a las que ya nada urge, que ya nada molesta, que ya nada importa.
El estar meditando en la cierta paz que brinda un campo santo fue recomendación de mi psicólogo sin estudios. Los consejos más asertivos me los han regalado las personas que quiero, el consejo pagado siempre me ha dado desconfianza.
Cuanta imaginación se destella en un panteón, cuantas historias se pueden intuir. La sentencia la escuchas otra vez. ¿Qué quieres hacer con la vida?, tu vida. Ahora todo urge, hay cosas que molestan y hay cosas que te importan.
¡Alcanzar el éxito¡ maldita frasecilla tan trillada. Cómo se mide el éxito, existen mediciones estándares del éxito. Cuánto éxito hay enterado en este lugar. Cuantas ganas se quedaron en el tintero. Cuantos vivieron con receta de que hacer o dejar de ser y ahora son más que recuerdos de lo que alguna vez fue un ser humano con su capacidad de destruir y de construir. ¿Cuánto tiempo perdido hay depositado en las urnas de los muertos?.
No vi enterado una sola escritura de que avalara una propiedad, no vi estados de cuentas de ahorro cerrados, no vi publicidad para comprar vacaciones, no vi a nadie que defendiera el reloj de oro con el que fue sepultado, ni sus zapatitos de marca francés, o sus vestidos de diseñador. No vi lujos coches estacionados a un lado de tumba. El poseer cosas no lo puedo llegar a considerar como éxito, no lo vi ahí.
Lo que vi son cuerpos, maltratados por la vida que llevaron alguna vez, cerebros inactivos y sueño eterno. Ahora todos bailan con la muerte y les gusta tanto la baladita que ya no retornan.
Introspección es la palabra más dura del diccionario, no hay pretextos, no hay escusas cuando te dispones a desnudar el alma, te encuentras dragones con flores revoloteándote por todo tu sistema nervioso central, te dan ganas de ser otra cosa menos lo que eres.
Y cómo eventualmente la muerte me ha de atrapar en sus pálidas manos para invitarme a bailar un vals. He determinado iniciar si me atrevo, sin contar con más testigos que aquellos muertos a vivir mi vida un poquito. A perseguir aquello que quiero ser, sabiendo que en el camino entre lo que soy y lo que quiero llegar hacer, siempre habrá Dragones que vencer.
Ahora sí que estoy contento con lo que escribí, espero que también les guste, esperando sus comentarios en los medios acostumbrados. Con la novedad que ahora también respondo a fgallo@acuatic.com .mx.