Todo corría rápido en Manos 2942, lugar donde estaba VIPA un
despacho de abogados, ahí estudié derecho. Siempre fui más práctico que teórico,
mientras mis compañeros estudian en los códigos yo estaba ya en el mundo de los
juzgados.
La primera visita a un juzgado del fuero vulgar, perdón del
fuero común. Yo juraba que sería un capítulo de la Ley y el Orden, una entrada
elegante en un edificio con aire acondicionado, marmolinas inglesas como piso,
columnas de mármol rosado de la india, personas de traje y corbata juagando a
los superhéroes en búsqueda de la justicia.
Y al ver el lugar sentí la decepción de quién acude a un
date a ciegas con una niña “guapísima”, la misión encomendada era presentar una
promoción para el honorable Juez primero de lo Familiar y checar si el
expediente estaba en su lugar. Cuando eres nuevo en el mundo de los abogados,
todos estos léxicos son los mismos que te dicen en un taller mecánico, te
quedas con cara de lo he entendido todo, cuando la verdad de las cosas no has
entendido un pito, pero el orgullo profesional te obliga a resolver el problema
por tus medios. En fin primero para
llegar a los juzgados fue un gran problema. Fui preguntando a cuanto policía o
oficial de tránsito me cruzaba por el camino. Después de varias preguntas
llegué al palacio de justicia.
La primera tarea presentar la promoción, yo leí “Honorable
Juez” y nada me metí directo al despacho de la Juez. La cara que me puso al ver
que le entregaba en las manos dicho documento era tan obvia que sabía que me mandaría
arrestar cuarenta y ocho horas por estúpido. Pero al ver mi corbata mal puesta,
seguro se compadeció de mí y con ánimos de ayudar me explicó cómo funciona el pesado
intestino del poder judicial. “Mira güerito tienes que presentar el escrito en
la oficialía de partes, de ahí lo pasan con el secretario de acuerdos, de ahí
lo pasan a firman con tu servidora. Es decir si tienes suerte y le pides a la
justicia cosas no muy complicadas en una semana te daré respuesta, misma que estará
con esos changuitos llamados notificadores. “ En un día aprendí derecho
procesal.
De ahí la segunda tarea, investigar si el expediente estaba
en su lugar. Llegue con ínfulas de Burgoa pues ya Jueza me había quitado lo
bruto en tiempo exprés. Apunte diligentemente el número de juicio en un mentado
papelito, en eso llegó una señorita con sobrepeso galopante y sin siquiera
mirarme tomó el palito de mis manos y se dirigió a una archivero metálico de
ahí tomó, no el expediente si no una pieza magnifica de tamal y se lo metió a
la boca de un solo bocado, limpiándose la mano con mi papelito me pasó el
expediente. Misión resuelta.
Gracias a que la única pena que tenia de pasante de abogado
era que nunca me daba pena nada, y máxime al ver las trajes pistachones de mis
colegas con sus corbatas doraditas y sus camisas pezoneras, los despachos de
los jueces y secretarios repletitos de angelitos dorados, sillas charras,
recuerditos de primeras comuniones, recuerditos de hace tres años del mentado
día del amor y la amistad y todo el más
gusto en materia de decoración de interiores. Qué pena me tendría que dar.
Logré ser un pasante estrella del despacho. Todo era felicidad en esos días, ya
tenía quién me dejaba barata la tarifa por ocupar con mí Corsar destartalado su
calle, ya tenía mi juego diario de zanahoria con bacteria, ya tenía mi bolero
con sus revistas subidas de humor pero
lo que más me daba gusto tener crédito en la taquería. Nunca supe bien de que
eran dichos tacos, el pastor sabia a lo mismo que la azada y viceversa pero
juró por mi madre que eran adictiva la salsa.
En fin era todo bajo control, pero un día la historia cambio.
Mira ella es Tahitiana Rivero, también será pasante como tú.
Me carga la chingada, porqué me ponen a una niña fresa en mi mundo de tacos,
acuerdos y búhos apilados en un lugar que siempre olía a humedad. Mi Tatis
siempre vestía de negro, lo que hacía resaltar su figurín, mismo figurin que hacía
y a la fecha supongo que lo hace, babear a cuanto tapatío se topara con ella.
Yo me monté en mi macho, digo le enseñaría lo poco que sabia
del teje y maneje de juzgados. Pero jamás dejaría que hacer mis rituales en el
centro de la ciudad mientras trabajaba. La vida me premio la Tatis no solo me
supero en cuanto manejó del personas de juzgados, también me supero en
resultados y en esas cosas. La verdad fue que entre acuerdos, embargos y fechas
de lanzamientos. El poder judicial ocasiono que al día de hoy mantenga una de
las mejores amigas que uno puede tener la gran Rivero que no sabe cuánto la
quiero.
Después le escribiré sobre el buen Fernando otro compañero de
trabajo, que se nos adelantó al barrio de las estrellas y ahorita no quiero
ponerme melancólico.
Saludos a mis tierras tapatías, a todo el poder judicial y
sobre todo al taquero.
Es lindo recordar a viejos amigos, es tan lindo como un taza
de Paluch én recién molido, acompañado del oloroso humo de un cigarrito. Ahí se cuidan.
Tathiana Rivero EL MEJOR BLOG DE LA HISTORIA SE ME SALIERON LAS LAGRIMAS! ERES Y SERAS SIEMPRE UN GRAN AMIGO MI GALLITO! TE QUEIRO COMO NO TIENES IDEA Y GRACIAS POR HABERME ENSENADO TANTAS COSAS,,, NO SOLO EN LO PROFESIONAL SINO EN LO PERSONAL! Y TAMBIEN POR HABERME DEJADO COMPARTIR TANTOS BUENOS MOMENTOS JUNTOS LOS CUALES CREEME LLEVO MUYYYY PROFUNDO EN MI CORAZON! TE ADOROOO Y GRACIAS POR LAS FLORES ...
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