Estando en una mañana muy
soleada, y después que producto de la pubertad de mi perra llegué a cambiarme
la camisa otra vez, pues en su arranque desenfrenado por quererle oler el
culito a un perro mayor que ella, me tiró todo el café matutino. Qué hacemos,
los hombres nos volvemos locos con las curvas pronunciadas de una mujer, las
mujeres… a saber con que se vuelven locas, los perros se vuelven locos con los
traseros de sus compañeros. Seguro algo
estamos haciendo mal.
No me molestó la mancha de café
en mi camisa, pues en la noche había jugado a ser lavandera de vecindad.
A las nueve de la noche de ayer,
me di cuenta que no tenía un solo par de calcetines limpios, es más había un
par que parecían colita de lagartija recién cercenada ya que en cuando me los levanté
del suelo del olor se me collerón al piso, dieron dos brincos solitos y se
escondieron debajo de la cama.
La ropa en sucia se lava en casa, pero a falta
de ganas de hacerla de lavandera, normalmente la llevó a una lavandería que
tarda tres días hábiles en entregarme mis trapitos lavados, eso siempre y
cuando el miembro de la comunidad del arcoíris que atiende dicho
establecimiento, no tenga algún desfile en pro de la diversidad sexual porque
ahí se tarda unos días más.
Por lo que no me quedó más
remedio que lavar cuanto calcetín, calazones y un par de camisas de esas de
abogado que habitaban en mi cuarto. No tengo lavadora, esos son lujos son para
los casados. Por lo que no me quedó más que lavar a mano.
El problema es que la pila que se
supone se hiso para lavar ropa había sido habilitada como cuatro de tiliches y había
tanta tierra ahí que fácilmente se podría plantar un árbol. Si le sumamos la tierra de mis calcetines el
problema sería de proporciones apocalípticas.
Pero no se me complica nada, una
cubeta con agua y jabón. Y a remojar aquellos trapitos, en el inter me daba
unas caladas de tabaco y jugaba con mi perra, ahí te va la cuerdita mi chávela y como loca me la regresaba, ahí te va otra vez
y la chávela me la regresaba. Hasta que la Chavelita se molestó por el jueguito
y decidió tirarme la cubeta donde se remojaba mi ropita. Enojo y desolación mi
querido sexy y Barrigón.
Pero no problema, ahí me lo pasé
tallando la mugre ropa y en el inter me quité la camisa por aquello que
empezada a resentir el tallar y he exprimir por reiteras ocasione. Dos gotas de
sudor se colgaban por mis patillas, que dicen que quieren ser barba, y ahí estoy
a mitad de la noche lavado. Mi sorpresa fue
que al sentirme observado descubrí a mi vecina la viejita observandando el espectáculo
y me mandó un saludo de ventana a venta. Bueno al menos tengo calcetín limpio y
una fan que se ríe de mis ya famosos baños de luna.
Después de eso a pasear con la Chávela
por la calles desiertas. Después de meter su hocico en cuanta coladera, poste
de luz y puerta metálica se encontrara en su camino, le dieron ganas de correr
y a mí con ella.Ahí estamos mi perra y yo corriendo como gacelas galopantes,
rebotando por la avenida. ¿Alguna vez usted ha corrido en huarache de llanta?,
no. No se lo recomiendo ni poquito.
En fin ahí dejo el aburrido
relato de hoy, vamos no siempre las musas se levantan de mi lado.
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