Estado inconveniente, salud
mental a punto de colapsar. El juez mi mismo señalándome con mí su dedo índice,
yo pintándole el dedo. El abogado mi mismo, argumentando maltrato infantil,
animal y locura temporal, también le pinto el dedo. El condenado mi mismo,
agachando la cabeza esperando el veredicto siempre de culpabilidad, también le pinto
el dedo.
Complicado y frustrado hacer tres
personajes todo el tiempo con un solo actor. También reconfortante pintarles el
dedo y saber que soy más de lo que pienso que soy yo. Y que nunca tendré los
elementos suficientes para ser un excelente juez, un buen abogado y un
condenado. Porque no veo toda mi prospectiva no tengo los elementos objetivos
para hacer un juicio de mi mismo.
Sé que tendré que dar más de lo que me piden,
sé que podre ser lo que quiera ser. Siempre y cuando fume la pipa de la paz con
mi conciencia, la vida deberá sonreírme un poco más.
Quisiera tener las cosas claras
como parece que la tiene lo demás, pero mi cabeza seria siempre una parvada de
golondrinas cuando el sol está por caer. Trinan ideas, crujen planes y arden sentimientos
por mis venas.
Todo es tan de verdad que me asusto cuando
llegan más miedos injustificados, cuando siento que el tiempo se escapa como
arena en las manos.
Estoy harto de sentir que falta
algo, cuando la verdad me siento bien, sabiendo que todo está mal y qué hago al
respecto no puedo parar, yo he nacido para correr. Como me gustaría vivir para
siempre remojándome los bigotes de Dalí con un trago de cerveza fría potable.
¿Alguna vez te has sentido así?,
Tengan el más lindo martes de su vida intermitente. Y regalen una sonrisa
franca a cuanto vagabundo y limosnero se les cruce por el camino a casa.
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