Levantarse con la misma cara de
idiota, pero con los ánimos por los cielos. Son de esos días que ya inician
bonito.
El café tempranero tenía buena compañía,
la Marinita con sus rolitas mañaneras. Mi perro prestado dándome los buenos
días con su cola en constante movimiento. ¿Viernes 13 de mala suerte? Me la
sudan, todas las cuestiones de la suerte.
Lo único que me dolió es este
sentimiento de entregar al perro con sus dueños, ni modo hay que ser
desprendido en esta vida con las cosas y las personas.
Nada es realmente de
nosotros, nadie estará enteramente con nosotros. Pero da gusto haber tenido un
perrote negro, medio marica, muy noble y sobre todo terapeuta. Bastaba su
saludo canino en la tarde, para sentir que el día había valido la pena. Sacarlo
a hacer su Everest de mierda y procurar no se meara fuera de los restaurantes
chinos, me ayudó a entender bien qué es eso de tener perro. La verdad es una
faena. Porque para tener un animal, hay que tener tiempo para atenderlo. Pero
bueno que viva feliz el perro con su antigua familia, comiendo lo que cae de la
mesa, a si él es feliz.
En vista que el miércoles que
entra es mi primera clase de Yoga, quise saber si alcazaba a tocar el suelo con
las punta de los dedos. Y si aunque usted no lo crea, todavía puedo. Entonces
hay estaré haciendo poses extrañas con música de tambores, seguro me da para
escribir muchas entradas. Pero que bien por mi mala salud de hierro, veinte y
once primaveras sin fecha de caducidad. Sin importar que me salgan aún las
medallitas de la pubertad. Supongo que mi cuerpo quiere ser un cierto tipo de
Peter Pan y mi mente a base de irresponsabilidad también lo desea.
Sabemos que podemos, si queremos
estar contentos, aún cuando todo parece derrumbarse a nuestro alrededor ya que
estamos diseñados para poder volar con las alas rotas. Podemos entregarnos a
algo que dure más que nuestra vida, podemos sentirnos importantes hoy solo por
el hecho de respirar y tener la posibilidad de cambiar o de entendernos. Carajo
que buen humor tengo este viernes 13. Tengo toda una pista con obstáculos enfrente
de mí, puede que hoy sea el día que quiera perdonar a todos incluyéndome. Y tengo la ligera sospecha que ni sospechan lo
mucho que los quiero y respeto, pero tengo toda una vida para sorpréndelos.
Pues lo dejó, recordándoles que
hoy se pueden comer ese pedacito de pastel de chocolate, que hoy pueden reírse hasta
que la risa se haga carcajada, pueden tomar una copita de más, puede darse a
los besos, pueden sentirse especiales porque lo son. Al menos para mí.
A entregar todo lo que tienen que
entregar hoy, no importa que la tierra se mueva.
Saludos….
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