En donde el mundo era un gran patio de juegos.

Cuando yo era niño quería ser el dueño de las paletas heladas Tuki Tuki, después quería ser ingeniero naval, después quería ser soldado, después quería ser actor. Después quise ser abogado y ahí todo se fue al carajo.

No es que me queje de ser abogado, la verdad de las cosas es que me gusta mucho serlo. Pero el recordar esta parte de la vida en donde eres perfecto, porque podías ser lo que quieras ser y siempre eras niño. Vamos a jugar a los policías, o a los apaches, o los bomberos y realmente te metías en la piel de un profesionista y la vida corría feliz. Después llegaron las protecciones y los miedos heredados y algo te decía que la felicidad estaba al final del camino que te señalaban los que sabían cómo ganarse el pan de cada día.

Y cuando tienes cosas diferentes a la que querías, es decir experiencia. Te detienes a pensar si valió la pena, o si estás haciendo lo correcto, te da miedo eso de cambiar de vida y hasta de piel. Y empiezas a añorar esa época de policías y ladrones. En donde el mundo era un gran patio de juegos.

 No es tan tarde para ser, lo que quieras ser. Si le damos una buena pensada, trazamos un plan que tenga metas cortas, aceptamos contentos la posibilidad de la derrota total y le dedicas mil horas aquello que quieras ser. Pronto estarás viendo resultados sustanciales en tu vida. Por lo menos más endorfinas en tu sistema nervioso.

Tu familia tiene planes para ti, tu pareja tiene planes para ti, tus amigos tienen planes para ti, el gobierno y las iglesias tienen planes para ti. Pero la pregunta que vale la pena detenernos a pensar mucho tiempo es ¿Y tú tienes planes para ti?.