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Llevaba mucho tiempo sin sacarme de las entrañas las palabras y es verdad que me han costado mucho, porque yo no sé hacer bienvenidas, ni despedidas. Pero la cosa no es ponernos cursi, espero que disfrutes el fascinante mundo de este Sexy y Barrigón. (Si no disimula.)







viernes, 27 de abril de 2012

El Maestro Soreque me arruino mi infancia.



 La niñez, está linda etapa. En donde todo es posible, en donde  la explicación siempre es la menos lógica. En donde se cree que se puede volar y los enojos no deben durar más de tres minutos. Me fue arrebatada por un integrante de la clase trabajadora afiliada al sindicato de Maestros.

 Desconozco porqué un lunes a la hora de los avisos de la semana. Se le ocurrió decir que el niñito Dios, no era más que otro mito creado por nuestros padres. Yo tenía seis años pero dentro de mi psicosis de niño entendí bien cómo se sentía que se te rompiera una bonita ilusión. 

Pero también sentí un poco de alivio, porque al hijo de la señorita que hacia el aseo en casa de mi papas, nunca le gordo barbudo o su defecto el niño Dios le traían cosas que valieran la pena. Y yo me veía con la hipoteca moral de compartirle mis juguetes. Se me hacia bien injusto que al niño de mi edad no le dieran lo mismo que a mí, porque él se portaba mejor que yo. Pero todo cobro sentido. 

Ahora qué hacer con tal información, podría enfrentar a los artífices de aquel fraude amoroso. O bien podría usar dicha información para mi propio beneficio. Opte por la segunda, no sé bien si por querer aférrame a una bonita mentira, o por ser un tantito cabrón.  Pero el plan estaba hecho tendría que descubrir donde guardaban los juguetes antes de la noche buena. Mis investigaciones dieron fruto cuando descubrí la entrada de la cueva de los cuarenta ladrones. Ahí en medio de manteles estaban las cajas de colores. 

Realicé un inventario y tenía perfectamente claro que me tocaba a mí y que a mis hermanos menores. El plan estaba trazado después de la cena de navidad tenía que esperar haciéndome el dormido para a hurtadillas checar que la repartición de regalitos del ficticio niño Dios me favorecieran.

Cada escalera bajada era un paso más al miedo, pues el abuelo me había dicho que en la madrugada los animales podían hablar. Claro los abuelos no dicen mentiras y yo estaba con el terror de la posibilidad que los animales me hablaran.  Vamos perseguir a un gato está bien, pero que el gato te reclamé en la madrugada tus tratos de niño, si pudiera ser el tema para una película de terror. Pero también sentí ese disparo de adrenalina por hacer un crimen sin que se dieran cuenta. 

En mi zapato estaban tres figuras de acción, un vehículo a todo terreno a escala y no sé qué tantas maravillas de la infancia, en lo los zapatos de mis hermanos igual número de juguetes. Por lo que cambié juguetes de zapato y claro mi zapato estaba llenó de juguetes a mis hermanos solo les dejé una figurilla de acción.
El crimen estaba hecho, subí a mi cuarto a dormir, a la mañana siguiente los llantos de mis hermanos me despertaron, eran todas una magdalenas. Porque ellos se portaban bien y yo que me portaba como niño me había tocado todo. 

Mis papas quisieron hacer la repartición justo, pero yo fui abogado del niñito Jesús argumentando que cómo ellos podían sabían que era de quién, si las cosas habían amanecido en mi zapato. De nada sirvieron mis argumentos me quitaron lo que quité.

Pero que buen recuerdo, ahora Soreque te debó una mentadita de madre….

2 comentarios:

  1. Te recomiendo que vayas, con urgencia- al psicólogo, o a la psicóloga. Recordar esas cosas atroces te hacen daño. Te estás haciendo daño a ti mismo. Después de esto sigue el 'dellirium tremens'. Un abrazo.

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  2. No jodas, si te llega a salir ese truco, pues aplausos.

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