ACOMÓDATE

Llevaba mucho tiempo sin sacarme de las entrañas las palabras y es verdad que me han costado mucho, porque yo no sé hacer bienvenidas, ni despedidas. Pero la cosa no es ponernos cursi, espero que disfrutes el fascinante mundo de este Sexy y Barrigón. (Si no disimula.)







miércoles, 4 de abril de 2012

Una patada en el culo, es un paso adelante.

Corría el año mozo de mil novecientos noventa y ocho, era un mortal de diecisiete años metido en una universidad buscando ser abogado. Todos mis amigos se habían dado un año sabático en Canadá, tenía el corazón hecho pedacitos por una fulanita de tal, que se había casado con Jesús resucitado, pesaba aproximadamente cuarenta y nueve kilos, dicha falta de peso me hacía ver como sobreviviente de un campo de concentración para güeritos.

 Estaba realmente mal, lo bueno es que no me daba cuenta y los días se hacían soportables a base de café y tabaco en cantidades industriales. Un caso más de ansiedad precoz.

El entrar a la Universidad de prestigio no lo fue fácil, no tenía el salvo conducto para evitar una entrevista de ingreso, ya que mi promedio de la preparatoria es medianamente pasable. 

Si la memoria no me falla por mi ligero retraso mental, un sujeto también casado con Jesús resucitado fue el que intentó que mis huesitos no ingresaran a tal prestigiosa casa de estudios porqué en dicha entrevista me trató como si fuera integrante de una secta satánica que vende órganos de niños. No le puedo guardar rencor, el hacia su papel de fanático y yo estaba en mi papel de estoy cansado de lamer botas. Después de un proceso de selección y ayuda divina por parte de las personas creyentes, me dieron el sí. No sin antes pasar al departamento de suplicas. 

En los primeros días me recetaron las maneras en las que podría ser expulsado de la casa de estudios. Que con tres materias de siete punto cinco, que si no sabias ingles, que si no pasabas el extraordinario del extraordinario, que si blasfemas, que si hacen fraude académico, que si ves a tus compañeras de salón con lujuria, que si no celebras los gases intestinales de los maestros etc etc.   Todos estos “pecados” se llamaban medidas académicas. Y claro esta yo me subí al árbol de las medidas académicas y me di con todas las ramas.

 ¿Qué esperaban? Que fuera un tipo normal, si en esa época lo normal en mi, era no saber que estaba pasado en mi mundo que se derrumbaba y se construía otra vez.

Siempre he tenido una mala capacidad de memorización, nunca he podido contestar en automático principios o doctrinas. Las famosas tablas de multiplicar las supere apuntándome en los dedos las respuestas. El famoso machetear respuestas no fue mi fuerte en la época estudiantil, mi primer semestre fue desastroso y me dieron al final de este, un diploma con una medida académica, la regla era o es que si sumas dos diplomas, el Ángel Gabriel con su espada de fuego te destierra a las otras casas de estudios y con la alta posibilidad de morir pobre y solo. 

Y por mis despistes, ya tenía yo la puntita de esa espada en el culito. El segundo semestre levanté el barco estudiantil, ya estaba laborando en Vipa un despacho de abogados, que con el tiempo fue mi verdadera universidad. El segundo semestre fue salvado de la otra mitad de la espada de fuego, porqué ya tenía un poco de experiencia profesional y podía ver a la señora justicia bailar en los juzgados, al ritmo que su señoría el Juez le tocará.

El tercer semestre fue de guerra.  Una guerra fría con los hilos negros que movían el sartén de la universidad y guerra abierta con el director de la carrera que era un buen tipo, pero con un defecto, le faltaban las ideas y le sobraban argumentos. 

El solo pensaba en el prestigio de sus patrones y le importaba poco ser humano con los clientes de sus patrones, que al final éramos los que le pagamos su sueldo y su anhelado prestigio. Una materia aburridísima administrativa impartida por el padre de Daniel el travieso, una de derecho penal impartida por una vaca sagrada, que después me tocó hacerle la faena en el ámbito profesional. Misma vaca que se presentó a su compromiso de dar clases solo dos veces o tres en el semestre y el resto del tiempo fue cubierto por sus seguidores. 

 Gracias mi hastió por la vida, y los personajes macrabos, me hicieron acreedor de la otra mitad de la espada. Estaba yo corrido por primera vez. 

Con lo que no contaban era con mi astucia, porqué lo que no estudie de derecho penal lo dedique a estudiar el reglamento de la universidad y redacté una carta al rector con copia de conocimiento al líder espiritual de la universidad. Mis argumentos fueron tan contundentes que no les quedó más remedio que aceptarme otra vez. Había ganado una batalla al director de la carrera de derecho y en su cancha. Claro que el tipo buscaría todos los medios para chisparme de su escuelita de derecho, el tipo raro que era le había ganado y con esto humillado ante el personal docente y las personas que querían ser abogados.

El semestre siguiente fue marcado por la infamia según mis psicosis, el director y otra vaca sagrada tenían un complot al estilo peje contra mi humanidad. Daba obligaciones el sicario del director y en todos los exámenes por más que contestara correctamente, para sus ideas mis respuestas eran las incorrectas, independientemente que las hubiera copiado del cerebrito del salón. Un caso de mala leche. Y así para el final del semestre efectivamente mi querido lector estaba yo siendo notificado de otra expulsión.  Otra vez estudiando el mentado reglamento interno y una vez más los altos jerarcas me daban la razón. Otra victoria para mis huesos.

Ya entrada la mitad de la carrera y su servidor bien metido la mitad del día en los juzgados, la otra mitad en la escuela de derecho y la otra mitad quién sabe , posiblemente  lo pasaba pensando en niñas en pelotas.

 Pero me fui quitando lo bruto, para hacerme un abogado presentable. Las medidas académicas seguían atormentándome y el director por fin y después de dos años y medio logró su objetivo, una nueva medida académica, esta última no recuerdo porqué fue. Pero lo que sí recuerdo bien fue la última plática con el director.

El decía que me planteara mi vocación para ser abogado. Y con el gustó de joder al que te jode de mi boca salieron puras verdades. “Primero querido director por mí has tenido que reformar tu reglamento interno en varias ocasiones, tengo dos años en juzgados y tú llevas más de diez años que no te paras en uno. He resulto a mi modo y estilo las trabas que me tirabas. Le recomiendo que replantearse su vocación de ser director.” Y así salí con una patadita en el culo de la universidad para entrar a otra donde exigían que sus estudiantes trabajaran en despachos. Ese era el método perfecto y muy tardío para hacerme abogado.

Al final me llevé lo mejor de las dos casas de estudios. Y agradezco mucho la última patadita en el culo porqué ahora soy el abogado que resuelve problemas  y con eso me da para mis vicios.

Se le quiere y se les estima.
El auto proclamado Sepsi y Panzón.

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