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Llevaba mucho tiempo sin sacarme de las entrañas las palabras y es verdad que me han costado mucho, porque yo no sé hacer bienvenidas, ni despedidas. Pero la cosa no es ponernos cursi, espero que disfrutes el fascinante mundo de este Sexy y Barrigón. (Si no disimula.)







jueves, 19 de julio de 2012

Los días de las letras.



Letras cobardes que se me esconden en la mañana, atrás de la última neurona sobreviviente de mis días de excesos. En la noche era todo un sabio, tenía justo el tratado del sentido de destrucción inerte en la genética humana.

 También tenía lista un par de palabras que robaran un sonrisita discreta en las mañanas.  Pero se me va lo genio en las mañanas. Una disculpa prometo en delante estar al pendiente de tener siempre a mi lado lápiz y papel para que no se me fuguen las genialidades. 

A falta de letras coquetas que me los hagan meditar, tendré que clavarme en los recuerdos de viajes pasados.

 Por ahí escuché que lo único que te llevas cuando decides pasar al otro barrio, es lo que has viajado, lo que has comido y lo que has besado. Por decirlo de una manera coloquial. 

Jamás te llevaras las acciones Telmex que tanto valoraste, tampoco te llevaras tus lindos aretes de diamantes, tampoco te llevaras la ropita de diseñador. Por lo tanto vale la pena invertir en viajes cortos o largos, viajes caros y los baratos, primera clase y clase blanquillo de perro. 

Comer bien y poco probar todo las explosiones de sabor que la vida pueda ofrecer. Y lo de besar pues ahí cada quién sabe qué onda con sus asuntos del corazón.

Mi idea de viajar es solo, que es un síntoma incurable. Nadie está disponible para acompañarme en mis viajes largos, por lo tanto he adquirido la mala costumbre de andar como fantasma en ciudades nuevas, sin los malditos tures prepagados. No hay como perderte para encontrar un museo por ahí, un barecito por el otro lado, un concierto callejero, un puesto de comida local y sobre todo no tener un itinerario compartido de viaje. 

 Parecía el paraíso aquellos días, estaba en unos de lugares más bonitos en los que he estado, Bariloche en las Argentinas. Llegué el día de mi cumpleaños según recuerdo pregunté por el restaurante más elegante del lugar, pues tenía que comer lo mejor que pudiera darme argentina para celebrar solito mi cumpleaños.  No se apiaden de mi, cuando viajas solo tienes que sacar lo mejor de ti para buscar compañía, y ese día sin decir más me aproxime a una mesa con dos lindas chilenas mamá e hija. Sin más decir les comenté que viajaba solo y que ese día celebraba que mi mamá no decidida interrumpir su embarazo y que salí a ver la luz del mundo.  Después de invitar una comidita llena de cosas agradables al paladar y unas buenas botellas de vino. Celebré mi cumpleaños con extraños, que al final siempre es bueno hablar con ellos. Porque después se hacen amigos, novias, suegras y esas cosas, pero el estatus de extraño me gusta qué les puedo decir.

Las mañanas las dedicaba a bajar de culo la montaña, mi torpeza es incalculable como mi terquedad, o a practicar el esquí de campo traviesa, pero en las tardes siempre estaban mis nuevas amigas chilenas para hacerla de turista por aquellas elidas tierras de lagos y leyendas de refugiados nazis. 

Todo cambio cuando conocí un puesto callejero de choripan, Ufss eso es el cielo  y de precio era otra cosa, con unas cuantas monedas cenadas como rey. Le reclame a Carolina la chilenita, por no haberme presentado esa delicia, ella me comentó que creía que era un niño pijo, adinerado y mamoncito. 

De dónde saco eso, seguro por la celebración de cumpleaños. Y si no he dejado de pensar en aquello de no casarse con una idea, de no casarse con un cierto tipo de lugares, de tener en tu vida solo un tipo de amigos. Hay que probar todas las vidas que se puedan, antes de decir me voy de esta tierra.
Invierte en experiencias y no en cosas.

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