Es lindo esos momentos en tu vida
en los que un buen recuerdo de infancia de aborda, mientras tu estas dándole a
la pared una mano de pintura por tres que tienes encima de ti.
Todo inició cuando me estaba
cuestionando si Morticia Adams era sexy, y los archivos de memoria me acorde de
aquellas tardes de televisión. La serie de los locos Adams era en blanco y
negro. Y era fan del romance meloso de
Homero y Morticia, realmente quería que la vida me diera la oportunidad de
estar así de traumado con una señorita. Eran tanto mi fanatismo por ese romance
que aplicaba las escenas de las serie en la vida real. Vamos era una pulga
rubia y no tenía una compañerita que quisiera jugar a los Adams, entonces
busqué mi conejilla de indias y fue mi madre.
Le tomé la mano y empecé a darle
besos mismos que fueron recorriendo su brazo, hasta que sonó el teléfono y le
comenté: “Madre, ponte una marca en el brazo para saber en dónde me quede. "Déjame
contestar el teléfono”. Claro mi madre se derritió ante tal comentario, escena
que me había fusilado de los Adams.
Nunca había entendido bien porqué
en las fiestas infantiles de las niñas era el único caballero, hasta ayer que
también me acorde que por andar jugando al Homero Adams y tratar a mis
compañeritas como pequeñas Morticias, siempre tenía garantizado la sillita en
enfrente del escenario para ver al Mago Miguel a un lado de la cumpleañera.
Dicen las malas lenguas, que en
una de estas fiestas busque como loco a la abuelita de la cumpleañera. Una vez
que la encontré le avente otro dicho Adams “¿Eres la abuelita de Martita?.” Y la
abuelita contesto que sí. Pero no esperaba el pedazo de plática que seguía pues
ya que le solicite de la manera más Adams si podría darle un beso. La abuelita también
se derritió.
De ahí en adelante quise andar
por la vida como Homero Adams, con excelentes resultados en cuanto a los
mostros se refiere, en los amores no me fue como ese ídolo de infancia, pero
tampoco me puedo quejar de malos tratos.
En fin es viernes y ando
romanticón y cansado pues la pintada de su depita terminó como antes terminaban
mis noches de copas a las cuatro de la mañana.
No podía dejar de pintar pensando en Morticia Adams.
La noche es larga y la taza del
café Panuch´en barata, eso me decían. Ahora cansado pero bien contento. Pero es
Friday y i´m in love.
Me despido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario