Estaba con más miedo que ganas,
una cañita entre mis manos. El lugar acogedor, un pequeño restaurante en la
colonia Condensa. La estación se llama y es atendido diligentemente por dos
sujetos que reflejan cabalmente el sueño mexicano. También existe tal cosa, son
muchos extranjeros que hacen de México el lugar donde si trabajas duro los
sueños se hacen realidad.
Era mi primer visita como
vendedor del café Paluch´en . Qué carajos hago yo vendiendo café, en qué
momento me apasione tanto por esto de dotar cafeína a mis semejantes. Hay
personas que en su tiempo libre ven televisión, otras leen un poco, otros les
encuentras figuras a las nubes. Pero yo que soy raro decidí hacerme un
embajador del café chiapaneco, más por amor al arte que por los dineritos
extras que se pueden generar por la venta.
Los dueños un poco nerviosos, tenían
el no en la boca. Por más bueno que estuviera el café. La razón era simple, no tenían
espacio para una cafetera. Sin querer inicié a dar soluciones a los problemas
que me comentaban tener. El lugar estaba atiborrado de clientes, a mi me
interesa que mi café se venda ahí. Porque es un lugar de calidad para mi café
de calidad. No podía salirme de ahí con
un “no” como respuesta.
Al final el aroma del café habló
por sí solo y yo puedo jurar que después de tres tazas de café puedes alucinar.
En mi caso alucine que todas las personas que me rodean tienen el sagrado
derecho de la dosis de buen humor que contiene cada taza de café. Yo entregué dos muestras para que la pusieran
a sus más estrictas pruebas.
El resultado lo sé de antemano,
el café tiene espíritu de personas preocupadas y ocupadas por el medio
ambiente, también nos interesa la salud al no ponerle pesticidas y esas cosas
que abaratan el café pero deterioran la salud humana y el suelo productor,
también nos preocupa y ocupa que el campesino sea bien pagado por su laborar de
chiquear cada matita de café.
Pero sobre todo el café sabe a lo que tiene
que saber un beso de Dios. Por eso yo
vendó o promuevo lo bien hecho en México, por eso no tengo afiliaciones políticas,
creo en México por sus personas, pero creo que para cambiar las cosas hay que
cambiar al mexicano, sin esperar que Don Enrique o Don Andrés o Doña Josefina
sean lo seres míticos que podrán hacer el cambio. Vamos a comprar lo nuestro, pero lo bien
hecho, vamos a apoyar al campesino no con dinerito regalado de papá gobierno
vamos a pagarles lo justo por su trabajo.
Ahora si se me ha ido la olla por
completo, la locura me gano un poquito en este viernes, pero por cierto y para
quién pueda visitar este bonito restaurant. La estación estaré ahí tomando una tacita de
café o una buena tapita de serrano.
Y si venden el buen café Paluch
´en, para llevar.
Es bueno tener a alguien tan comprometido como tu y un café tan rico como el cafe Paluch'en, ojalá tuviéramos más
ResponderEliminarEl café Paluch'en es uno de los mejores cafés que haya probado en mi miserable vida. Y de eso no sólo doy cuenta yo, si no algunos de los más finos bebedores de café que conozco.
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