El Dolor.

Me levantó, un par de mandíbulas que me atrapaban la pantorrilla, quise gritar, pero el dolor fue tan intenso que no pude hacerlo. No había perro, lo que había era algo extraño en mi sistema nervioso. 

Es el dolor Birloche, ahí fue la primera vez que lo sentí después de haber bajado medio de culo y medio parado la montaña nevada, la noche después de eso, me despertó por primera vez el perro fantasma  que es fanático de mi pantorrilla izquierda. Que lindo recuerdito me llevé de Birloche, porqué no me llevé un llaverito.

Pero siempre hay que agradecer el dolor porque es el constante recaudatorio de que sigues vivo. Por lo tanto ando como pollito con polio mudándome de casa. Ahogado en un mundo de cajas, experimentando esa frase: "las cosas que poses terminan poseiedote". 

Los recuerditos, las chucherías, cosas malditas cosas. aplique por primera vez una desción salomónica. Si no lo he usado en el último mes, se va al mundo de la basura. Y así termine deshaciéndome de un montón de películas de bajo presupuesto o mala historia, papeles fechados antes de Jesucristo y un motón de trajes que ya no servían ni para regalar. No me gusta regalar cosas que no sirven. Cajas y más cajas. Al final termino en nada,el de la mudanza decidió tomar con sus amigos y me pospuso la fecha para el Domingo día del señor.

El intenso dolor de mi pantorrilla con el estres que provoca toda la hueva que es mudarte, no es ni siquiera comparable con otro dolorcito que tengo, dicho dolor por fin después de 31 años le puedo poner nombre:  Angustia. Y no hay medicina para eso. Pedro Antonio me ha colocado minas antipersonales desde hace tres meses, la última exploto en medio de la razón, fue la vida de un tal Paul Gougin. Con una antenta nota que decia: "Este es el Feli del siglo pasado". 

 Después mi padre me mando una foto que salgo con la cara de idiota y el titulo de su buena fotografía fue "El escritor", qué les esta pasando. Yo escribo por necesidad y publicó por terapia. No he podido aceptar las buenas criticas, las he tomado como palabras de mamas gallinas, pero ya son tantas señales que no puedo dejar de pensar si el gallino soy yo. 

Tal vez los kiwis los dejó en otro pantalón cuando hago los planes para darme una temporadita para escribir aquella novela, de tintes sexuales.  Viviere de escribir historias en el libro vaquero, que posible mente seran leidas por Peña Nieto, quièn sabe a la mera y gano màs dinero.

Hay vamos, perdiendole miedo al miedo, si tienen una de esas recetas mágicas hagan la llegar no?.