La ciudad de México se encuentra a muchos pies de altura
sobre el nivel del mar y seguramente mi cerebro no agarre aquí señal, o se
encuentra temporalmente fuera de servicio.
Tengo mucho que decir y pocas ganas de hacerlo. Y como me gusta mucho
esto de llegar, decir mis cotidianas y dejarlos en despoblado en las tormentas
de sus ideas. Me propongo darles en este miércoles que sabe a martes otro
escrito de reproche, no me lo tomen a mal simplemente pero les tengo que
exponer unos cuantos demonios internos para auto exorcizarme.
En qué momento el enamoramiento se confunde con amor, y
cuándo el enamoramiento se hace amor. Sigo manteniendo la postura que el estar
enamorado es una decisión de esas importantes que se toman en una edad muy estúpida
y el enamoramiento dura menos que una
recarga de veinte pesos de programa de prepago de alguna monopólica compañía de
celular.
Los que nos hemos caído en el pozo del desamor, sabemos que
no es tan profundo y que se sale cono kiwis amor propio y un poquito de suerte.
Si el amor mancha yo ya estoy bien puerco. Y ahí estamos poniéndonos en el paredón
para que desconocidos te hagan el daño que consideren prudente.
Ya me puse bien maldito cursi y cómo que va flojerita seguir
con este temita. ¡Hay¡ por favor vallan a que les rompan el corazón, sientan confusión
crónica degenerativa, hagan el amor en lugares discretos pero extraños, pregúntense
si es para siempre, asústense si es para siempre, piensen que son buenos besadores,
recuerden los corazones que has exprimido en la vida, las veces que se han
quedado sin corazón, las humillaciones que se hacen a la persona que “quieren”,
los momentos en que les refutaron un "no te quiero en la frente". Y cuando tengan
el remedio infalible para esta linda epidemia de compartir genética con esa
persona tan especial, escriban una canción cursi de amor.
Me despido sabiendo lo que necesito al menos el día de hoy.
Nachos con mucho queso jalapeño y una cervecita. Mi salvación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario