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Llevaba mucho tiempo sin sacarme de las entrañas las palabras y es verdad que me han costado mucho, porque yo no sé hacer bienvenidas, ni despedidas. Pero la cosa no es ponernos cursi, espero que disfrutes el fascinante mundo de este Sexy y Barrigón. (Si no disimula.)







martes, 27 de marzo de 2012

El silencio de la ciudad.



La ciudad, está atascada de desniveles, producidos por motores que rugen y vierten su vomito de humo en el cielo de la gran Tenochtitlán. Ambulancias lloran, por las pobres almas que llevan al hospital, patrullas regañan por alto parlantes a los despistados gandallas , que se pasan la luz roja, una indígena grabado grita que hay tamales calentitos cada dos segundos. Otra señora en casete nos dice que compra lavadoras, colchones o todo lo que no usemos.

Así pasamos los días, aquellos que caminamos entre los ríos de personas, el único sonido humano que se escucha en las calles es un “disculpe” o “con permiso”, cuando dos hombros chocan entre sí. Jamás escuchas ese “Hola ¿Qué tal?” o “el buenos días”. Entre peatones no se acostumbra los buenos modales, quién se preocupa por regalar unas palabras cortas a los coprotagonistas de la vida urbana.

“Son bonitos los coches, ¿verdad rubio?”, son las palabras que me dirige la princesa vagabunda. La encuentro sentadita en el pórtico de una taquería, con los ojos pintados de azul fuerte y la boca roja al más estilo payaso, pestañas largas y negras. En su mundo ella es bonita, en su mundo los coches pasan veloz ante sus ojos, para ser chuleados por su humanidad. Nadie le dicta que su arreglo personal es de locos, porqué ella nos ve como los locos que no se platican cuando se encuentran. Agradezco el recordatorio que dice “Aquí nadie está loco, solo vivimos realidades diferentes”. Y si mi querida princesa vagabunda los coches son bonitos, como bonita debe ser tu realidad.

El perro me hace dos piruetas cuando llego a casa, da gusto saber que tienes alguien que brinca de alegría al verte, el cariño de perro apenas lo estoy empezando a entender. Tras tres intentos fallidos de enseñarlo a darme la patita, entiendo que él quiere ser perro como tal, sin hacer espectáculo de circo que habla con el movimiento de su cola y su mirada de tristeza. Vamos perrito es hora que hagas tus necesidades en las calles ruidosas de la ciudad. El perro busca señales de sus similares en cada árbol, cada poste. Quién sabe tal vez se comunique con sus amigos por medio de la orina y no de las mentiras como solemos hacer los humanos.

Después de ver mi dosis diaria de noticias, el cuerpo pide dormir. Mi mente está queriendo no pensar más, me duermo temprano como queriendo descansar del tedio ruidoso de los días normales.

Cada hora el ruido de la avenida revolución me despierta, son muchas frenos y aceleradores al mismo tiempo. Me despierto sintiéndome extraño, tal vez el silencio de la ciudad me está afectando.

Nada que esconder que no sea lo que no queremos ver. Y siempre está a la vista de todos.       

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