También nos llaman los "border",
las personas que saben de piscología. Somos unos enfermitos metales que tenemos
tanta vida dentro de nuestro pecho, que es necesario matarnos poco a poco.
Para dar una explicación de este
nuestro comportamiento anormal se podría decir que somos millones de almas que creemos
que la vida es difícil y más cuando las cosas que más te gustan hacer, son las
mismas cosas que te destruyen. Y lo sé, es estúpido tener que matarnos solo
para demostrar que seguimos vivos.
Es una condición favorable si somos
bien encaminados, pero una también es un factor de riesgo si la motivación es
la errónea. Ya que el gusto de caminar por el trapecio sin red, hace que fácilmente
caigamos en los infiernos de la ludopatía, alcoholismo, relaciones personales
destructivas, entre otros comportamientos extraños que llevan a vivir una vida
en solitario.
Y de vez en cuando tenemos que
agitar el cuerpo, para liberar el alma y castigar los sentidos de los cuerpos jóvenes
con espíritu de viejos con depresiones posparto. Y saber que no podemos vivir
de cigarros, café y auto destrucción.
Solemos bailar sobre brasas
ardientes y no darnos cuenta o no queremos dar cuenta, que no necesitamos
estimulantes externos para enfrentar el fuego antiaéreo del tedio de la vida.
Nos gusta perder el control y saber a que saben los labios de lo
prohibido,
tocar las puertas del infierno y esperar que nadie nos las abra y si no
controlas este impulso muchas veces inexplicable, corres el riesgo de conviertes
en tus miedos, de convertirte en el tipo de persona que siempre has odiado. Por
eso hay que tener que cuidado con las ideas porqué pensar es muy peligroso si
no sabes hacerlo.
Nadie te puede regalar una receta de vida que te funcione a
la perfección, si compartes la condición de border, tienes que vivir atento de
lo que pasa a tu alrededor sabiendo que eres tú el único responsable de tus
actos y eventualmente te toparas con el Juez más hijo de la Chingada. Que
solemos ser nosotros mismos.
Mantenga firmemente la creencia
de que puede perder todo, y tendrá que empezar de nuevo. Una y otra vez. Gaste su vida en algo que dure más que ella.
Quiérase como es, y quiérase mucho.
No juzgue a los demás por no entenderlo, tampoco usted los entiende muy frecuentemente.
Y siga viviendo sus días como si fuera el último, sepa que va a estrellarse
contra una pared a ciento veinte kilómetros por hora y posiblemente hoy sea el
día de la última copa, pero por cortesía no se queje de sus propias decisiones.
En el inter que le sirva de
consuelo que la mayoría de personas somos así, un tanto autodestructivas. Sea
feliz.
Se despide este auto proclamado
Sexy y Barigón.
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