Soy usuario del metro
en la Ciudad de México, ayer un día feriado donde me dispuse a hacer un pequeño
recorrido montado en el último vagón, el cual es de mi elección porque suele
ser el que tiene espacio libre donde uno pueda sentar las nalguitas de tarea de
kínder (dos planas mal hechas) que la naturaleza se dispuso a regalarme.
Existe un montón de leyendas
urbanas que giran en el Metro de la ciudad. Una es aquella donde hay un
homicida serial empuja a los pasajeros a las vías justo cuando se aproxima el
metro, la otra son los fantasmas que aparecen en la estación Pino Suarez, pero
ninguna como la leyenda de la cajita feliz.
Dicen los que saben que a determinadas horas la comunidad Gay viaja en
el último vagón del metro y hacen una cierto tipo de orgui fiesta pary .
Esta última leyenda urbana jamás
la creí cierta, pues nunca me había sido testigo de tales fiestecitas, de hecho
se me hacia una mamarrachada que a partir de las 10 de la noche los gendarmes
gorilas impidieran usar tal vagón. Pero lo que vieron mis ojos el día de ayer
es muy comparable con haber visto a la llorona gimiendo con cadenas a las tres
de la mañana. Ahí estaba un tipo moreno de boina a cuadros, suetercito y pantalones
pegaditos. Sentadito con toda la propiedad con la que las mariposas se posan
sobre una florecita silvestre, a un lado de él parado un ñero de esos que
visten de ropitas plastificadas. El de la boina se le aproximaba al ñero y como
que manoseaba el paquetin del ñero, yo de re ojo veía y no le di mayor
importancia. Que un par de homosexuales se echen su fajesin, es un hecho que
puedo tolerar. Pero la cosa no era como me suponía, a la siguiente estación mis
ojos vieron como salió de la boca del de la boina el chorizo del ñero.
Efectivamente estaba siendo testigo de una felación homosexual en público a las
once de la mañana. Fue una sensación bastante incómoda, no puedo decir que fue
asco pero si una repulsión.
El ñero salió una estación antes
que yo ya pulidito de chorizo. Y el de la boina se me quedo viendo con ojos de
enfermo sexual yo tranquilamente le regrese una mirada de sicario con un bonito
lema “ni se te ocurra”:. Compruebo que algunas leyendas urbanas son ciertas,
pero he de prefiero ver al homicida serial que empuja a las viejecitas a las vías
del tren, que ver el amor libre de los homosexuales en su cajita feliz. Amigos
maricas, vamos ustedes saben porque les gusta hacer sus actos de cariño pero no
joder, no lo hagan en público. Es un una falta a todas las leyes de civismo.
De ahora en adelante cuando
quiera usar la cajita feliz, tendré que comprar mi boleto y mi revista para
caballeros para así evitar ver las calentureadas gay y evitar el coqueteo de
los
exhibicionistas que viajan en el último vagón del tren.
Se despide tan de usted y tan de
nadie Sexy y Barrigón.
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