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Llevaba mucho tiempo sin sacarme de las entrañas las palabras y es verdad que me han costado mucho, porque yo no sé hacer bienvenidas, ni despedidas. Pero la cosa no es ponernos cursi, espero que disfrutes el fascinante mundo de este Sexy y Barrigón. (Si no disimula.)







jueves, 3 de noviembre de 2011

El último vagón.


Soy usuario del metro en la Ciudad de México, ayer un día feriado donde me dispuse a hacer un pequeño recorrido montado en el último vagón, el cual es de mi elección porque suele ser el que tiene espacio libre donde uno pueda sentar las nalguitas de tarea de kínder (dos planas mal hechas) que la naturaleza se dispuso a regalarme.

Existe un montón de leyendas urbanas que giran en el Metro de la ciudad. Una es aquella donde hay un homicida serial empuja a los pasajeros a las vías justo cuando se aproxima el metro, la otra son los fantasmas que aparecen en la estación Pino Suarez, pero ninguna como la leyenda de la cajita feliz.  Dicen los que saben que a determinadas horas la comunidad Gay viaja en el último vagón del metro y hacen una cierto tipo de orgui fiesta pary .

Esta última leyenda urbana jamás la creí cierta, pues nunca me había sido testigo de tales fiestecitas, de hecho se me hacia una mamarrachada que a partir de las 10 de la noche los gendarmes gorilas impidieran usar tal vagón. Pero lo que vieron mis ojos el día de ayer es muy comparable con haber visto a la llorona gimiendo con cadenas a las tres de la mañana. Ahí estaba un tipo moreno de boina a cuadros, suetercito y pantalones pegaditos. Sentadito con toda la propiedad con la que las mariposas se posan sobre una florecita silvestre, a un lado de él parado un ñero de esos que visten de ropitas plastificadas. El de la boina se le aproximaba al ñero y como que manoseaba el paquetin del ñero, yo de re ojo veía y no le di mayor importancia. Que un par de homosexuales se echen su fajesin, es un hecho que puedo tolerar. Pero la cosa no era como me suponía, a la siguiente estación mis ojos vieron como salió de la boca del de la boina el chorizo del ñero. Efectivamente estaba siendo testigo de una felación homosexual en público a las once de la mañana. Fue una sensación bastante incómoda, no puedo decir que fue asco pero si una repulsión.

El ñero salió una estación antes que yo ya pulidito de chorizo. Y el de la boina se me quedo viendo con ojos de enfermo sexual yo tranquilamente le regrese una mirada de sicario con un bonito lema “ni se te ocurra”:. Compruebo que algunas leyendas urbanas son ciertas, pero he de prefiero ver al homicida serial que empuja a las viejecitas a las vías del tren, que ver el amor libre de los homosexuales en su cajita feliz. Amigos maricas, vamos ustedes saben porque les gusta hacer sus actos de cariño pero no joder, no lo hagan en público. Es un una falta a todas las leyes de civismo.

De ahora en adelante cuando quiera usar la cajita feliz, tendré que comprar mi boleto y mi revista para caballeros para así evitar ver las calentureadas gay y evitar el coqueteo de los
exhibicionistas que viajan en el último vagón del tren.

Se despide tan de usted y tan de nadie Sexy y Barrigón.  


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