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Llevaba mucho tiempo sin sacarme de las entrañas las palabras y es verdad que me han costado mucho, porque yo no sé hacer bienvenidas, ni despedidas. Pero la cosa no es ponernos cursi, espero que disfrutes el fascinante mundo de este Sexy y Barrigón. (Si no disimula.)







miércoles, 28 de septiembre de 2011

SABADO DISTRITO FEDERAL.


Si pones mucha atención puedes escuchar el tronar del tabaco al arder con cada bocanada. En una mano el vaso con un hielo nadando en Whiskey barato. Acostado junto a mí un cenicero aterrado de cenizas con dos colillas aún humeantes. En la otra mano Henry Miller me presume su vida de vagabundo en Paris. Es Sábado a las dos de la tarde y sigo en pijama, no tengo tiempo es un día sin tiempo. No hay horario de oficina cuando haces lo que te gusta hacer.

Dos bostezos más Miller se ha puesto soso en esta página, siento mi estomago derramar jugos gástricos. Por andar siguiendo los pasos del escritor se me ha olvidado comer. Salir en trapitos de cama a comprar comida es un acto estrictamente reprochable por la ética del buen vestir, pues vamos a disimular la huevita de hoy con unos pants y la cachucha ha de tapar mi pelo seboso, al final son dos cuadras las que hay que andar calzado con mi último grito de la moda (un tremendo S.O.S.) los huaraches de suela de llanta, para llegar a la aldea de la garnacha.

Decía mi amigo Peñalosa que si lo que buscaras no estaba en un perímetro de dos kilómetros de la casa de la risa no existe y cuánta razón le cabe en la boca del poeta, si quisieras buscar un efebo chino seguramente lo tendrías a tu disposición a un lado del local de electrónica que colecciona polvo y aparatos electrodomésticos de la época de la fayuca de los ochentas.  Pero no estaba en búsqueda de casas de empeño, ni de una mirada discreta a las señoritas que presumen el encaje de sus bra de a cinco por cien pesos, ni de bailar con el Doctor Simi, ni de ponerme una amalgama de procela, tampoco quería inscribirme a la vida de grillo en las oficinas del partido político, en ese momento no necesitaba el licuado vampiro o el cura todo, tampoco cobrar un giro exprés de algún pariente que anda de mojado. Realmente lo que buscaba eran esas alitas de pollo que vende a cinco pesotes en la rosticería Lobohombo (humor negro al más estilo chilango). Vaya usted a saber la receta secreta para hacer las alitas más grasosas y sabrosas del condado de Tacuballa, es mejor no investigar. 

De retorno a casa con la bolsita de plástico llena de pedazos de las victimas avícolas, compré comida a mis tortugas, no pude resistir también cómprale hierbitas a Doña Chole que es la curandera de mis hectáreas y goza de plena autoridad moral desde que curo mi riñón con sus tés mágicos. Qué les puedo decir seré el Kent de Tacuballa, pero tengo la idiosincrasia mexicana metida en la sangre, prefiero la medicina natural antes de pagar millonarias sumas para que un doctor letrado me diga con palabras que no entiendo un simple “estas podrido por dentro hermano”, pero no me desvió del tema. Una vez concluida mi consulta médica, sortee las trampas de las coladeras abiertas, los puestos llenos de ropita con ácaros, las abuelitas de un metro cuadrado tomadas de la mano por su nietecita vestida de blanco y con costras de mocos en las narices, cruce el rio de aguas puercas que corre libremente por toda la delegación. Dos o tres travestis me chulearon el culo de tarea de Kínder (dos planas mal hechas), si querido lector me han chuleado el culo dos mariquitas, no tenía más opción que agradecerles los piropos   total homofóbico no he sido. Y para como estamos de ánimos agradezco cuanta flor me tiren.  

Ahora entramos al lugar más mágico de todo el Distrito Federal el Oxxo de José Martí. Es el mejor trato que he recibido de un establecimiento mercantil, atienden en las tarde dos señoritas feas como el hambre pero con alma hermosa. Ya saben mi Kit para la michelada perfecta, y cuando mi tarjeta tiene problemas de pago, ella hacen que no sea mi problema solo lo apuntan en la libreta de clientes VIP y le pagó al día siguiente.
Al pasar por la casita de la santa muerte, me saluda el tuerto. Un personaje que la vida le debe un corrido. Siempre quiere que le compre una velita para que se mueran mis enemigos, o para atraer el amor de la que se fue o leerme las cartas, como siempre le digo que no tengo dinero (en algunos casos es estrictamente cierto) me ha regalado una santinta y unas veladoras para atraer fortuna. Yo lo trato con caridad y respeto, cada quién es libre de creer en lo que le pegue su gana, pero que ganas de chingar de los religiosos, porqué tienen que predicarme sus ideas. No solo la Iglesia de la santa muerte quiere mi alama, también están los Pare de Sufrir con sus volantes de Jesús súper héroe y sus retoricas del infierno. Si supieran que yo vendí mi alma por un beso no estarían gastando con este ateo gracias a Dios sus palabras de salvación eterna. 

Ya colgado con toda mi comida, paso por la taquería “ultima Cena” que atiende un paisano Jalisquillo que es un terror, no lo digo por sus tacos, ya que soy gran cliente de sus campechanos sin importar que tenga que enfocarme en las vacas mal pintadas que decoran su changarro, para pasar de largo los bebes de cucarachas que pasean libremente por ahí. 

El problema es que este compadre taquero es un alcohólico en ánimos de superación y yo un borracho perpetuo, siempre en cuanto me ve pasar me hace un requisa visual buscando algún síntoma de alcohol, es cuestión de escuchar el chocar de las botellas para que ya me asalte con su historia de cuando el tomaba tres días seguidos. Corre digo la tortuga, no es que él quiera que deje de tomar lo que me da pavor es que me ve como su ídolo juvenil ya que sigo manteniéndome en el complicado estatus de borracho profesional, medalla que te la dan cuando no dejas de hacer las cosas de responsabilidad por aquello de las tomaderas. Pero el confunde mi cara de flojerita con cara de cura, entonces jura que todos los días estoy crudo vamos que piense lo que quiera.

Ahora si en casita, preparando la micheladita en la jarra de Don Ramón perteneciente a mis más queridos aranceles de casa detectó un olor de amargo, a la discreción me olfateé mi bisagra derecha y ahí está el detalle joven en calidad de urgencia baño compadre.  Una vez acicalado de todos los rincones de mi cuerpo, nada más lindo que terminar de ver una serie colombiana de televisión.

Si usted necesita lo que sea, créame lo que quiera. No dejé de visitar mis hectáreas en Tacuballa le vendemos lo que sea.

Besos para ellas, que si son guapas dos. Abrazos para ellos que en esta época de balazos se agradecen los dos sin importar que vengan de un auto proclamado Sexy y Barrigón.

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