La medusa ameircana.

Salí de trabajar, con todos mis kilos. El menú del día tacos de chicharon prensado, que son tapa arterias, pero por la gloria de mi abuela saben lo que tiene saber un beso de Dios.

Pero bueno mi querido lector, si bien es cierto que soy sexy y barrigón, he vencido los problemas de las llantitas o cómo le decía una linda ex novia las agarraderas del amor. Simplemente cerrado la boca y dejando muy a mi pesar los refrescos que tanto me gustan, y es así como he mantenido el empaque de este servidor, que no se engañen nunca seré un Adonis, porqué no me va el tipo de fornidito. Se los debo.

Ahora bien de camino a la oficina me encontré una medusa muy elegante que anuncia café caro, es decir un fabuloso establecimiento de tendencia americana. Pero bueno, fui víctima de la mercadotecnia, el olor de lugar, los “intelectuales” que ahí habitan, ya que siempre hay uno o varios de estos personajes en sus computadoras móviles, escribiendo, no sé qué, pero se ve que el lugar les paga por ser parte de la decoración o de plano les gusta que los veamos escribiendo, maldita sea, y a mí me da pena que me lean.

En fin ahí fue justo el momento donde me coquetearon durísimo, una criatura diabólica, morena, medio regordeta con granitos morenos, un pastelito de chocolate me cerraba el ojo. Me dicen. “lo quieres probar” y yo me veía el estomago y decía, ok ok si ya comí, ok ok ya no tengo hambre, okok… pero lo juro me cerraba el ojo, esas chispas de chocolate decían cómeme, cómeme.

Me decidí, ese pastelito tenía que ser mío, como fuera que fuera. El problema fue que me dicen: ¿lo quieres caliente?, Porqué me hacen eso, claro que lo quiero caliente y sólo porque no piensen que soy mariquita denme su frapuchino más grande con crema batida y caramelo, porqué no?, total un coma diabético se quita no?.

Pero la verdad de las cosas me dio pena darme ese festín de azúcar enfrente de los intelectuales, por lo tanto lo pido para llevar, con la mentira de “bueno gracias es para mi compañera “la vendedora se me quedó con una cara de. “A mí me vale".

Llego con todo el contrabando de caramelo, y de la nada ataco el pastelito de chocolate la quito la ropa, y al ponerlo en contacto con mi lengua, plum, plas, una granada de sabor en mi boca, que bruto, gracias tío Sam tu si sabes dar placer al gustó. Lo devoré como se devora a la novia a besos.

Pero después de sentir aquellos chocolates en mi boca, sabía que iba adquirir un vicio más y uno muy peligroso el chocolate. Por lo tanto camino lo más lejano de la señora medusa, porque si retorno con ella me hago sexy y muy pero muy barrigón.

Porque lo bueno en la vida engordaaaaaaa.