No sé a que dios del Olimpo, he tenido que sobornar, para que marcará en mi destino, vivir con un gran poeta. Hay personas que te marcan con su sello y este sello no se quita en toda una vida Javier es una de esas personas. Y después de insitir por más de tres meses, Mi gran hermano Javier Peñalosa ha acepato regalarnos una poesía, y ¡que¡ poesía no has dado. Señores. No me queda más que darle mi enterno agradecimiento a este hermano mío que a titulo personal es la única persona que sé, que con el, las palabras bailan. Se merece una novia poeta.
Se despide este tan de usted y tan de nadie Sexy y Barrigón.
Había siempre un largo silencio
cuando uno de los platos
se rompía en la cocina.
Era la hora de las manos pequeñas
que no son manos para sostener.
Y los largos dedos de mi abuela
levantaban esa dureza rota
extendida como un mapa de lo incompleto
por el suelo frío de la cocina.
El silencio de los fragmentos,
siempre el largo silencio
hablaba
la angustia de las cosas
que no se pueden volver a juntar.
Y todo lo que se ha roto desde entonces;
arterias, músculos, huesos,
higos abiertos, las cáscaras de las nueces,
caracoles bajo la suela de los zapatos,
ventanas vencidas por piedras
o el pasillo que lleva al cuerpo de mi abuelo,
a las cosas rotas en él y en nosotros.
Mi madre, mi abuela.
Todas las cosas que se rompen.
*
Miro mis manos,
las líneas que las cruzan
son cañadas, accidentes geográficos;
soy lo que se rompe en mis manos.
El padre del mundo
es el padre de las grietas es
la blanda violencia de lo que se separa
sin hacer ruido.
Hay pájaros que caen de las ramas
antes de estar maduros,
hay espacios en blanco entre los cuerpos
antes de que comience la próxima canción.
Las flores se rompen para abrirse,
las olas se rompen hacia adentro,
como las madres que pierden a sus hijos.
¿Por qué estoy más cerca de las rupturas
que de las piedras pulidas?
¿Por qué las grietas dicen mi nombre?
El acero, las flores, los pájaros,
todas las cosas que se rompen.
*
Cuando cierras los ojos al hablar
imagino que vas
del abismo a tus palabras,
que vienes de la oscuridad a la luz
doméstica de los cuerpos.
Cuando cierras los ojos
tus palabras son sombras
que se alargan
por la recámara, más allá de la puerta,
y más allá aún, hacia la calle,
sombras
que se alargan sin romperse en mí:
catedrales de sombras.
Cuando cierras los ojos al hablar
y tomo tu mano
tus palabras no se rompen.
Carnal, esta muy buena. Quedamos a la espera d elas próximas publciaciones del autor.
ResponderEliminary con mi mano, lo saludo.
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