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Llevaba mucho tiempo sin sacarme de las entrañas las palabras y es verdad que me han costado mucho, porque yo no sé hacer bienvenidas, ni despedidas. Pero la cosa no es ponernos cursi, espero que disfrutes el fascinante mundo de este Sexy y Barrigón. (Si no disimula.)







lunes, 29 de noviembre de 2010

¿No es una chulada el amor?.


Corría el año del 2001, y me topé tomando un gran amigo, que aparte de amigo tenía la mala o buena costumbre, según se quiera ver, de ser un mandilón empedernido. Literal le hubiesen dado un reconocimiento por arte de hacer lo que la novia quería.

Esto me causaba conflicto pues, a uno le duele que traten mal a su amigo, por lo que se creó un triangulo medio amoroso, formado por: El amor de este pele a su novia, el odio de la cobrancita a este tan de usted y tan de nadie Sexy y Barrigón y las tardes de domino en casa de mi amigo.

En ese tiempo lo dos compartíamos el trabajo de ser pasahambre en un despacho de prestigiada firma, es tan prestigiado, que al mandilón y a mi solo nos pagaban con eso, con prestigio. De ahí en más solo nos ayudaban cuando los dioses del Olimpo así lo decidían con unas pocas monedas.

Pero este Mandilón con todo un racimo de flechas del cabron de Cupido, clavadas en su costado, la miel derretida en su ojos, tenía que ser eso, porque si usted viera a la cabroncia, no tenía una cualidad o atributo que fuera indispensable, para traer a mi amigo de coñazo.

Bueno fue tanta su miel, que un día me despierta, cómo a eso de las 7 de la mañana en domingo. Después de aguantarme las ganas de matarlo, por aquello que es delito, con lagañas, aliento de centavo, me comenta. “acompáñame a comprarle el regalo a mi novia”, Me le quede viendo con aquella ternura, cómo la que vemos al imbécil, que vamos a matar en dos minutos. Azote la puerta y regrese a mi cita a los brazos de Morfeo.

7.30 de la mañana mismo domingo, timbran, el mismo sujetillo, sólo que ahora el muy romanticón trae unas tortas ahogadas, ahora sí no puedo con estos zombis del romance, no viven, no comen, no piensan, están como imbéciles. Pero dan poquita de envidia ¿no?. Bueno lo recibo, y me enseña el “regalito”, que fue, una televisión grande como el corazón de Dios tiene que ser grande. Mi primera pregunta fue ¿Nos dieron un aumento? ¿O estas vendiendo drogas? ¿Cómo compraste esta gran televisión?, La respuesta fue tan brillante como la mente de los enamorados lo es. Me explico el gran plan de pagos a los que se había comprometido, 3456mil "paguitos" semanales. Que más podría decir.

7.30 de la tarde, mismo domingo, timbra mi celular, el enamorado, en sollozo, dolor, miseria, más dolor. No me lo creen, pero resulto que la novia lo corto. No puede dejar de decir “  ¿y la tele?”. Y ahí fue cuando  lloro como Magdalena. El muy idiota se la regaló, y la señorita fatalidad lo mando a freír espárragos.

Cómo buen amigo, arropas al caído, unas dosis de Sabina, otras de Calamaro. El problema fueron las tres de tequila que nos metidos, y claro el alcohol da unos consejos buenísimos en voz de un idiota, y esa vez el idiota fui yo. Mis palabras mágicas: “ Hay que llevarle Serenata”. Vi una luz en sus ojos, y ahí estamos colectado los dineros para el Mariachi, que terminó en trió por aquello del presupuesto.

Llegamos como ladrones a la casa de la susodicha, se arranca la música, pasaron tres rolitas, y nada que salía aquella, cuatro y nada, cinco y nada. Cada canción yo veía como el corazón de mi amigo se desintegraba en pedacitos, y mi borrachera aumentaba. Hasta que me agarro ese sentimiento de “sales porque sales, hija de la chi….”. Les pedí la canción más adecuada para el momento, la más romántica. Los cochinitos, y al son de "los cochinitos ya están en la cama, muchos besitos les dio su mamá", lo que salió fue una zapatazo, pero nada más. Mi siguiente selección musical fue la chancla, y ahora si salió de la ventana un luz acompañada de una torrente de agua que fue a mojar a mi pobre amigo. El pilón fue, no me acuerdo bien, porqué la pidió el enamorado, pero también fue de tinte misógino, me supongo que ha de haber sido una regeton. Porque si salió una gama de objetos punzocortantes por aquella ventana.

Pero el grito de amor, nunca lo olvidare. De rodillas, mojado y moreteado por ese zapatazo, sus pulmones borrachos alcanzaron a gritar ¡Aviéntame la tele¡.

Y seguimos la borrachera, con ese gustó de ser amigos, y de saber que las mujeres en ciertas veces pagan mal, lo malo fue que cada semanita, el sollozo de la tele lo escuchaba en mi oficina. Siguió pagando la tele, creo que el día de hoy la sigue pagando.

¿No es una chulada el amor?.

Que tengan un inicio de semana, como se merece su humanidad.

Atte

Sexy y Barrigón.

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