Caminando por el parque España
acompañado de mí amiga Marina a un lado, con una oleada de frikis que pasan por
ahí los domingos. Unos que juegan a los medievales, otros que juegan a las
guerras de las galaxias, otros que no hacen otra cosa que existir en el bendito
anonimato de esta ciudad capital.
Pero nada como el Teletubi y la
señorita de 45 años que nos abordaron, solicitándonos que qué podían hacer por
nosotros para que tengamos un buen día. Que si un beso, que si un abrazo que si
una palmadita. Yo quería decir rapidito que se tiraran a las vías del metro,
pero mi amiga Marina que es santa del Budismo sin ultranza se me adelantó y
solicito un abrazo de estos amantes de los demás. No me quedó otra que pedir lo
mismo, y ahí estoy abrazado de los extraños. En contra prestación tendría que
abrazar a cincuenta extraños, así como así. Los mandé bien derechito a la goma.
Vamos que estamos mal, pero tampoco es como andar abrazando a todo el mundo,
basta con respetarnos para vivir en un lugar feliz. Además estaba un poco agrio
de las bisagras y por cortesía, si estas sudoroso no regales abrazos
fraternales.
Ahora que vivo con la Marina he
tratado de ser un poco más verde y hasta tengo un nuevo amiguis que no es del
face, es un perro negro que es propiedad de la Marinita. Dicho dogo es mitad
cabrón mitad gay.
Y de buen ánimo lo saqué a pasear por las praderas de la
tacubella. Todo bien hasta que el perrito se puso de cuclillas y después de un
rato, una sexy inmensa montaña de mierda estaba decorando las banquetas de esta
ciudad. No puedo dejar ese Everest ahí, hay que tener conciencia ciudadana y
levantar el pastelito.
Con una bolsa en mano me aproximo y el olor hace que mis
costillas truene y un torrente de comida quiera salir de mi estomago. A dos de
devolver el estomago, pero misión cumplida en mi mano tenía algo parecido a la
plastilina pero con un olor capaz de hacer vomitar, ¿Y ahora? En dónde se tira
esto, no encontré un maldito bote de basura. Porqué piden que recojan la mierda
de los perros sino hay en donde depositarla. Pero hay voy coquetamente
caminando, la corea del perro en una mano y en la otra una bolsita llena de popo,
que bueno que el vecino dejo su bote de basura disponible porqué ahí la
deposite. Con todo y la penita.
Pero no era todo lo que el Káiser
tenía que darme esa noche, porqué no aventarse otra montaña, y el mismo método
para recoger aquel nuevo pastel, claro con sus dosis de asco, pero esta vez lo
termine depositando coquetamente en la basura de la caseta de policía que tiene
de todo menos policías. En fin me
quedaron ganas de no tener perro o de plano exigir a las autoridades
correspondientes más botes de basura funcionales. O les tirare la mierda de
perro en sus casas.
Ahí está el detalle joven, de
nada sirve tener una solida mentalidad de cuidar el medio ambiente. Si el
gobierno no respalda estas acciones. Porque créame caminar media hora con un
kilo de mierda en la mano esperando un basurero funcional y no encontrarlo es
frustrante.
Y por aquello de las maldiciones
de los frikis este fin de semana estaré en un bar de la ciudad de México repartiendo
abrazos y besos que en esta época de balazos ambas cosas se agradecen.
Pd. Tristeza dónde estas escribía
mejor con la depre.
Maria Enrigue: hahahaha es de los mejores!
ResponderEliminarVrije Vlinder hahaha me has causado un poco de gracia, ese everest lo vemos a diario en mi casa con copitos de nieve por todo lo que se morfa mi cachorra...... pero justamente ayer pensaba en que uno trata de ser un buen ciudadano pero al final el gobierno provoca todo lo contrario
ResponderEliminardigamos X, no es darme gusto y lo se, tan libre eres de escribir, como ya tan libre de opinar.
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