Me debía un rato
de buena lectura y para ser honesto, desde que leo a excelentes blogueros como
Banquete y su resaca del Pedro Antonio, La tía de los gatos, El buen Carlos
Enrigue, El buen Joselito con su blog de Crónicas de expatriados, a José
Salmeron con su Segundo Duelo, el poema del naufrago de mi querido Peñalosa y a
Lencha de Flor. No he dejado de sentir envidia.
Este pecado
capital es uno de lo más frecuentados por los que tenemos la inclinación a las
letras, no podemos soportar que a alguien se le ocurran una manera original e
ingeniosa de decir las cosas cotidianas.
También da gusto
sentir como uno acomodo de palabras retumben en lo más profundo del alma. Y no
sé si ya lo había comentado, pero si los violadores aprendieran poesía serian
los seres más cotizados.
Sea como sea, tenía
que enfrentar a mi envidia, tenía pendiente leer al Bukowski desde el momento
que le aprendí aquel dicho de la gente loca. Y todo el día de ayer me quedé con
él.
Maldita sea,
espero algún día escribir así, libre de pluma y de conciencia. O ya de perdis como los autores que he citado
en este escrito envidioso y doliente que es un reconocedor de talentos.
Duele aceptar y
reconocer que alguien es mejor que tú, pero también es lindo poderlo hacer con
dolor, seguramente sea muy cierto.
Yo tengo que leer
más y domar este síntoma incurable de no poder nunca terminar una novela o de
perdida un cuento chiquito, por no tener esa confianza en uno mismo.
Ya los dejó que
me he puesto melancólico.
Mi querido Felitón, tú puedes escribir una excelente novela, mejor que la del borrachín ese (Bukowski). Lo que tienes que hacer es contar una historia. Tú tienes mil, y muy buenas.
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