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Llevaba mucho tiempo sin sacarme de las entrañas las palabras y es verdad que me han costado mucho, porque yo no sé hacer bienvenidas, ni despedidas. Pero la cosa no es ponernos cursi, espero que disfrutes el fascinante mundo de este Sexy y Barrigón. (Si no disimula.)







jueves, 6 de septiembre de 2012

Desgracia



 Napoleón Bonaparte dijo: "Nunca sabréis quiénes son vuestros amigos hasta que caigáis en desgracia."

Nadie podrá negar que el señor Napoleón ha sido un parte aguas en la historia de la humanidad, conquistó sus temores y llevó a su nación a poner a el mundo casi de rodillas. Seguramente en su vida encontró la gloria pero también la desgracia.  Y en su desgracia, a los amigos.

Yo he tenido sin merecer pocos amigos y siempre que no tenía oportunidad me dan una: Tal vez algo he hecho bien, será mejor no pensar es esto, puesto cada que pienso en merecer algo, descubro treinta motivos para perder lo que tengo.  

Ahora bien, sinceramente no me gusta descubrir a los amigos reales, porque no me gusta estar en desgracia, no le encuentro fin práctico, ni romanticismo al sentimiento de derrota. Es bueno saber que la única mano que te dan cuando tienes un problema, es la que tienes al final del brazo. Y es grato recibir sin esperar aquella ayuda desinteresada. 

Es como esperar que el gobierno resuelva los males cotidianos. A la mierda el gobierno y la mejor manera de mandarlo es no depender de él.

  Las personas que cree en los políticos es como la que cree en Dios: Buscan el cambio sin dolor, sin esfuerzo. O alguien o algo para echar culpar y alabanzas. Cuando lo que se les quema son sus narices, no las de los políticos o las de Dios. 

La desgracia es un estado mental y como tal siempre debe de ser superable.  Si estas encontrando mucho dolor en tus días, es hora de hacerte masoquista. Así no tendrás un infierno que temer, porque según dicen por ahí es puro sufrimiento. Y si te haces fan del dolor, el infierno seria un paraíso. 

Al parecer nos gusta vivir en desgracia aunque no lo reconozcamos, la desgracia ajena nos sirve para sentirnos útiles o amorosos. La propia para darnos pequeñas dosis de dolor que no recuerdan que seguimos vivos. 

 También existe eso actos de hacer por lo demás cosas buenas sin esperar absolutamente nada a cambio, ni reconocimiento ni agradecimiento. Simplemente la satisfacción de hacerlo.

Perdonad mi estado de ánimo desagraciado, pero mil gracias aquellos amigos que tengo que me quieren desgraciado o no.

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